martes, 4 de octubre de 2011

No hay ni un sólo sentido de mí que no alteres.

Muchas veces nos dicen que han estado en nuestra piel, que nos entienden, que realmente saben lo que es estar en nuestra situación... pero no. No saben lo que es que me sienta como una extraña por hacer cosas y tomar decisiones que no son propias de mí. No saben lo que es tener que verle todos los días y sentir una ola de amor, odio y necesidad a la vez. Ni tener que tragarme las lágrimas para que no broten a montones. Ni que me falte el aire a veces y no poder explicarle a nadie porqué. Ni lo que es una lucha constante entre querer y poder, entre necesitar y desear, entre orgullo y corazón. Ni tampoco las miles de dudas que todos los días tengo que intentar disuadir. Ni las veces que sonríe y tengo la mínima esperanza de que sea por mí. Ni que a pesar del tiempo sigo sin acostumbrarme a que no venga directo a mí con esa sonrisa que siempre me pudo... en cambio no me costó nada acostumbrarme a que,lo hiciera.Que aún pienso e como sucedió, y en como pudo suceder.  Pero es cierto y aunque me pese reconocerlo, que la fachada de indiferencia, y ese armazón que me espesa, se esconde un cariño descomunal, algo que sigue ahí, y que hasta hace poco/hace tiempo no supe que estaba ahí, latiendo cada vez más fuerte. Qué sí, qué lo sé, que no me lo merezco,pero nadie elige a quién quiere, ni cuándo, ni porqué. Lo hace y punto... y yo no puedo ser la excepción.

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